La traza de la Ciudad de Tlaxcala cuenta la historia de un pueblo que nació hace 500 años: cronista municipal

La traza de la Ciudad de Tlaxcala cuenta la historia de un pueblo que nació hace 500 años: cronista municipal



En el marco de la celebración por los 500 años de la fundación de Tlaxcala, que preside el alcalde Alfonso Sánchez García junto con el Gobierno del Estado, encabezado por la Gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, el Cronista municipal, Orlando Cuatepotzo Sánchez, hace una remembranza del origen de esta ciudad, justo donde calles, plazas y edificios son testigos del paso del tiempo y de su evolución urbano arquitectónica, que se trazó con visión y planificación desde sus primeros días.
“Estamos aquí, en un espacio que es el corazón de Tlaxcala, justo donde inició la traza de la ciudad, entre la Plaza de Armas y la zona del Convento Franciscano, y que posteriormente se proyectaría como un referente histórico y cultural en la Nueva España”, comenta el cronista. 
Cuatepotzo Sánchez agrega que la traza urbana de Tlaxcala se configuró a través de dos calles principales que definieron la organización del territorio: el Camino Real, que conectaba la parte sureste con la noroeste, conduciendo hacia Puebla de los Ángeles y hoy conocida como Avenida Independencia y que conecta con Avenida Juárez; y la calle perpendicular de Morelos, con calle Muñoz Camargo. 
Este trazado en forma de tablero de ajedrez, con solares rectangulares —únicos frente a los solares cuadrados que predominaban en otras ciudades novohispanas—, refleja la intención de establecer un orden que facilitara la vida urbana, el comercio y la defensa de sus habitantes.
“A diferencia de otras ciudades, Tlaxcala fue planificada con precisión y atendiendo a sus necesidades hídricas, agrícolas y de conectividad”, enfatiza Cuatepotzo Sánchez.

La ciudad se asentó en un área plana
El proceso de selección del terreno no fue fortuito. La ciudad se asentó en un área relativamente plana, con un suelo firme y un clima favorable, pero también con agua abundante durante todo el año, elemento vital para sostener a la población. 
El río Zahuapan y los veneros localizados en la zona del Convento Franciscano permitieron el riego de los cultivos y la vida diaria de los habitantes. La topografía accidentada de la región suroeste, alrededor del Cerro Blanco, no permitía edificar, por lo que se eligió estratégicamente esta nueva ubicación. 
“Cinco grados de inclinación marcaron la disposición de las calles, y la traza se realizó a cordel, siguiendo criterios técnicos y estéticos que garantizaran funcionalidad y belleza urbana”, señala el cronista al citar uno de los documentos de la autoría de Pedro Larrea y Cordero.

Próspero Cahuantzi trajo modernidad a la capital
Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, Tlaxcala mantuvo su estructura básica, consolidando plazas, calles y templos. La llegada del emperador Maximiliano de Habsburgo y, posteriormente, la administración de Próspero Cahuantzi, durante el gobierno Porfirista, introdujo cambios estéticos y culturales, como la incorporación de vegetación, jardineras y mobiliario urbano inspirado en las exposiciones internacionales europeas. 
Bancas, kiosco, lámparas y puente de hierro (puente rojo) se convirtieron en elementos de embellecimiento que dieron carácter a la ciudad, sin alterar su esencia ni su funcionalidad. “Estos elementos embellecieron Tlaxcala y demostraron su capacidad de adaptación y modernización sin perder su identidad histórica”, explica Cuatepotzo Sánchez.
La influencia del pasado prehispánico sigue presente en la ciudad. Muchos edificios, incluidos templos y casas históricas, se edificaron con materiales provenientes de plataformas prehispánicas (sillares de piedra), en otros casos se utilizaron materiales locales como barro, adobe, cal, tabicón de barro, piedra de canto rodado y xalnene de Tizatlán.
Esta fusión de técnicas y materiales refleja la continuidad de la cultura y la identidad tlaxcalteca. La ciudad no es suntuosa como Zacatecas o San Luis Potosí, pero posee una arquitectura con carácter y relevancia, que le otorga un valor único y distintivo dentro del panorama urbano de México. 
Cada muro, cada teja y cada armadura mudéjar del ahora Exconvento Franciscano recuerda la riqueza constructiva y la herencia cultural que Tlaxcala conserva desde hace cinco siglos, destaca el cronista.

Traza de Tlaxcala tiene similitud a Granada, España
La comparación histórica con Granada, España, subraya la singularidad de Tlaxcala. Hernán Cortés, al conocer Ocotelulco y su gran mercado, se impactó por la magnitud del comercio y la variedad de productos, desde plumajes hasta vasijas y joyería, y la equiparó con la ciudad europea, cita el Cronista. 
Esta visión demuestra que Tlaxcala fue un punto estratégico de desarrollo económico, cultural y social desde tiempos prehispánicos y virreinales. Además, el Convento Franciscano, uno de los primeros de la Nueva España, con estilo arquitectónico medieval e influencia mudéjar, se edificó en una zona elevada y estratégica, evidenciando la planificación inteligente que buscaba combinar seguridad, visibilidad y acceso a recursos hídricos.
Hoy, 500 años después, Tlaxcala sigue siendo una ciudad que respira historia, cultura y tradición. Cada calle y plaza es testimonio de un legado urbano que refleja la fuerza, la perseverancia y la visión de quienes la fundaron y de quienes la han cuidado a lo largo de los siglos. 
Como afirma Orlando Cuatepotzo, “Tlaxcala no solo tiene edificios; tiene memoria viva, identidad y alma propia que la hace única entre todas las ciudades de México”.
La celebración de este medio milenio invita a toda la ciudadanía y a los visitantes a recorrer sus calles, descubrir su historia y valorar la grandeza de una ciudad que nació para trascender.

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