El juego de la política

El juego de la política



La política como toda actividad humana tiene su complejidad. Aunque muchas veces quienes se meten a este terreno consideran que no es necesaria la experiencia ni conocimientos técnicos sobre esta disciplina. Hemos sostenidos durante varias décadas que la política debe asumirse y actuarse como cualquier profesión, no obstante, ninguna institución pública o privada, organización social o institutos políticos se han dado a la tarea de proponer mecanismos y herramientas que fortalezcan las habilidades y conocimientos de los ciudadanos para luego adquirir experiencia y entender el juego de la política.


Vale la pena establecer, para su comprensión, que la política pura, sin duda emerge del pragmatismo constante. Si esto es así, entonces la política es subjetiva, es decir, cada individuo representa un entendimiento y una visión distinta sobre este tema. Lo objetivo tiene que ver con los resultados de la gestión, la práctica, la congruencia, la ética, la razón, el cumplimiento de la ley y los indicadores de gestión.


Claramente debemos distinguir entre lo subjetivo de la política y lo objetivo de la misma. Por un lado, en lo subjetivo, prevalecen las pasiones, los intereses, los beneficios personales o de grupo, el poder por el poder a costa del deterioro de los ecosistemas. Mientras tanto el aspecto objetivo de la política consiste en las problemáticas reales, primero para los actores políticos, grado de estudios, nivel de experiencias, proyecto de gobierno, gobernabilidad y capacidad de gobierno, frente a números reales poblacionales, edades, rangos, necesidades, creación de oportunidades, inversión, innovación, libre comercio, comercio informal, crecimiento, desarrollo, empleo, salud, deporte, planeación del futuro, entre otros muchos indicadores que son parte de los grandes problemas nacionales y de la producción social.


Muchos teóricos han propuesto que para eficientar las buenas prácticas y el buen gobierno, es necesario la profesionalización de los servidores públicos. Solo que esta propuesta se da en el momento en el que el servidor público ya está en funciones y no previo a ello. Otros autores han establecido un gobierno abierto, el problema de esta propuesta consiste en que si los ciudadanos no tienen conocimiento de métodos y técnicas de participación ciudadana es inútil la simbiosis. Una tercera vía es la propuesta de la gobernanza, gobernar con el pueblo, esta visión es factible en sociedades culturalmente avanzadas en donde existe una alineación cognitiva, una alta lealtad y un grado máximo de nacionalismo.


Lamentablemente México se ubica en el área latinoamericana en donde el juego de la política solo lo entienden unos cuantos y la sucesión no corresponde a nuevas generaciones sino a familiares o amigos más cercanos. Más del noventa por ciento de los mexicanos no logran entender el juego de los políticos mexicanos como actores fundamentales. Ese porcentaje altísimo tampoco está preparado ni tiene las habilidades y conocimientos para participar en el juego de la política mexicana.


Para este caso la analogía y la similitud de los juegos deportivos, béisbol, basquetbol, futbol, tenis, natación, atletismo, box, entre otras muchas disciplinas deportivas requieren preparación constante; es todo un proceso en el cual entrenador y discípulo comprenden una serie de técnicas y métodos para lograr sus objetivos. Es decir, hay un proceso de planeación para llegar a la competencia. En cambio, en la política se carece de todo ello, sin preparación, sin conocimientos, sin planeación, sin lealtad, sin patriotismo, sin moral, sin alineación cognitiva y con malas prácticas, se gobierna un sistema federalista compuesto por comunidades, municipios y entidades federativas, pura improvisación. No obstante, las disposiciones constitucionales que obligan a todo gobernante al respeto a los derechos humanos y con ello la publicación de sus indicares de gestión, el reconocimiento de las clases sociales, un sistema de planeación democrática, visión federalista, rendición de cuentas, transparencia en la aplicación de los recursos, sistema anticorrupción, extinción de dominio, todo ello como una responsabilidad clara del estado, gobernar para todos.