El adiós de Hertz Manero… y el recuerdo de cierto “viaje VIP” hecho en Tlaxcala

El adiós de Hertz Manero… y el recuerdo de cierto “viaje VIP” hecho en Tlaxcala

La renuncia de Alejandro Gertz Manero como fiscal general cayó como cae siempre una bomba política en México: primero hace ruido, luego levanta polvo y al final deja ver quién estaba parado cerca… y quién se hace el que ni lo conocía. Lo cierto es que su salida no sorprendió a nadie: México ya cargaba meses, incluso años, pidiendo un relevo en una institución que se volvió más protagonista que procuradora de justicia. 

 

Pero más allá del comunicado elegante con el típico “motivos de salud”, todos sabemos que cuando un funcionario del primer círculo se va así, de puntitas, no es porque le haya dolido la rodilla. Es porque el tablero político cambió, porque la narrativa ya no lo necesita o porque su permanencia estorba al nuevo ritmo que quiere marcar la Presidenta. Y en política, estorbar es sentencia. 

 

Y mientras veía a medio país descifrar si la renuncia era digna, obligada, pactada o recortada, me vino a la memoria un episodio local… porque Tlaxcala también ha tenido sus propios “movimientos estratégicos” disfrazados de reconocimientos. Esos donde de pronto cierto personaje pasa, de un día para otro, de caminar por la Plaza de la Constitución a cruzar el océano para aterrizar como representante en San Francisco, USA, con maletas diplomáticas incluidas. 

 

No diré nombres. No hace falta. Quien estuvo aquí sabe perfectamente quién salió premiado con un cargo de representación después de cerrar su capítulo en Palacio de Gobierno. A veces la política no jubila: exporta. 

 

Y ahí está el parecido: cuando un funcionario deja el escenario principal, a veces no es una caída ni un castigo. Es un cambio de asiento para que el nuevo gobierno acomode su propia orquesta sin desafinados. Gertz se va justo cuando la 4T inicia su segundo piso; en Tlaxcala, aquel personaje también se fue justo cuando lo políticamente correcto era hacerlo. Distinta escala, mismo estilo. 

 

Lo interesante será ver a quién colocan en la Fiscalía General. Porque no es cualquier silla: es la que vigila, incomoda, archiva, destapa y decide si un caso duerme o se despierta. Es la silla que puede sostener una narrativa presidencial o apagarla. Y México ya no está para un fiscal decorativo. 

 

La política tiene su propio idioma, uno donde las renuncias dicen más de lo que callan y los viajes diplomáticos también. A veces la salida de escena es obra del destino… y a veces es obra del guion político del momento. 

 

Y hoy, con esta renuncia en la mesa, el mensaje es claro: se terminó la era Gertz y empieza el acomodo fino. Porque en México, como en Tlaxcala, nadie se va realmente; solo los mandan a otro escenario con mejor iluminación. 

 

Nancy Blancas  

Punto y Aparte