Si tocan a una, respondemos todas
Lo sucedido
a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, cuando el martes 4 de noviembre
caminaba por calles céntricas de la Ciudad de México para dirigirse a la
Secretaría de Educación Pública y fue víctima de acoso sexual por parte de un
hombre que posteriormente fue detenido, da motivo a reflexiones que son
importantes exponer en este espacio.
En primer
lugar, pese a la perspectiva de género que se supone prevalece en las
instituciones y en la política en nuestro país, es lamentable que en su
mezquindad algunos actores políticos hayan señalado, después del hecho, que la
agresión fue o era parte de un “montaje”. Tal minimización del acto pone en el
centro de la discusión que los cuestionamientos sean de nuevo hacia la mujer
que fue víctima del delito.
En primer
lugar, lo que esta reflexión busca es no revictimizar a la presidenta Claudia
Sheinbaum, que puede darse de distintas formas, tales como no creer en el
delito denunciado, cuestionar o incluso revivir una y otra vez el episodio
violento. Ese ha sido el motivo por el cual ella ha condenado la viralización
del video y su reproducción en redes sociales y medios de comunicación. Lo
sucedido, sin embargo, nos exige varias reflexiones.
Claudia
Sheinbaum Pardo es una figura pública que representa a un país entero, sin
embargo, eso no la exime de ser víctima de un delito que acecha a muchas
mujeres. La última Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los
Hogares, evidencia que el 45.6% de las mujeres ha sufrido algún tipo de
violencia sexual en espacios públicos.
Tan solo en
lo que va de este año, 9 mil 930 mujeres han reportado episodios de acoso u
hostigamiento sexual en nuestro país, de acuerdo con datos del Secretariado
Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Y es la Ciudad de
México donde concentra el mayor número a nivel nacional con un total de 1,107
casos.
De ese
tamaño es la problemática de este delito. Por ello hay que ponderar que la
presidenta haya presentado formal denuncia ante la Fiscalía General de Justicia
de la Ciudad de México. Y que solicitara a la Secretaría de la Mujer revisar si
el acoso sexual está tipificado como delito penal en todas entidades
federativas del país, además de promover una campaña nacional para visibilizar
el problema.
Efectivamente,
como lo dijo nuestra presidenta: “Nuestro espacio personal nadie lo puede
vulnerar, nadie”. Y como también lo afirmó la Oficina de Organización de las
Naciones Unidas (ONU) Mujeres en México, al calificar el hecho como una
violación a los derechos humanos: toda forma de acoso, hostigamiento o abuso
constituye un delito que debe ser sancionado y erradicado. La violencia contra
las mujeres no puede normalizarse ni minimizarse. Si tocan a una, respondemos
todas.
En el Senado
de la República, legisladoras y legisladores de todos los partidos políticos
cerramos filas para refrendar y acompañar la lucha de todas las mujeres que
combaten el acoso, la violencia y el machismo.
En los
últimos años hemos realizado diversas reformas constitucionales que han
fortalecido los derechos de las mujeres:
1) Paridad
en todo para garantizar que el 50 % de los cargos públicos en los tres niveles
de gobierno y en los tres poderes recaiga en mujeres, consolidando el principio
de paridad transversal en el ejercicio del poder político; 2) prisión
preventiva oficiosa en delitos de violencia sexual y feminicidio, ampliando el
catálogo de delitos para incluir feminicidio, violación, trata de personas y
abuso sexual infantil; 3) reconocimiento de pueblos y comunidades
afromexicanas, incorporándolas como parte de la composición pluricultural de la
nación y garantizando su inclusión e igualdad.
4) Derechos
de la juventud, en el sentido de que el Estado debe promover el desarrollo
integral de las personas jóvenes, propiciando su inclusión con perspectiva de
género; 5) medida 3 de 3 en materia de violencia, a fin de suspender derechos
políticos a quienes hayan sido condenados por delitos de violencia familiar,
sexual o deudores alimentarios.
6); igualdad
sustantiva y erradicación de la brecha salarial, al incorporar la obligación
del Estado de garantizar la igualdad sustantiva de las mujeres, estableciendo
fiscalías especializadas en delitos de género y mecanismos para eliminar la
brecha salarial; 7) Lenguaje inclusivo en la Constitución para sustituir las
referencias al “Presidente de la República” por “la persona titular de la
Presidencia”, e introduciendo lenguaje no sexista en el texto constitucional.
Lo anterior,
además de reformas a diversas leyes. En próximos días nos reuniremos con la
Comisión de Igualdad de Género para fortalecer acciones que garanticen una vida
libre de violencia para todas y todos. Todas las instituciones públicas y
privadas debemos contribuir a erradicar, con efectividad, la violencia de
género en nuestro país. Pero no sólo se requiere el compromiso institucional,
sino también el de todas las personas, hombres y mujeres para reforzar los
mecanismos de protección y prevención.
Porque como bien lo dijo Sheinbaum Pardo. “Si esto le hacen a la presidenta, ¿qué va a pasar con todas las mujeres en el país?”.
Ana Lilia Rivera Rivera
Senadora de
la República por el Estado de Tlaxcala
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