Los jóvenes son transformación y revolución cívica

Los jóvenes son transformación y revolución cívica

Pensar, decir y hacer: responsabilidad de la 4T
Vicente Morales Pérez

En los próximos días, México será testigo de un fenómeno político que debe leerse con atención: miles de jóvenes se están organizando para realizar una marcha en respaldo a la presidenta Claudia Sheinbaum. Será una movilización que funcionará como contrapunto directo a la llamada “marcha de la generación Z”, la cual ciertos grupos intentaron posicionar como la única expresión válida de la juventud mexicana.
La realidad es otra, y pronto quedará más clara que nunca: la juventud es plural, crítica, diversa y profundamente consciente de su lugar en la historia. La marcha que se avecina no surgirá por consigna ni por manipulación; nacerá de la convicción genuina de quienes reconocen que la Cuarta Transformación ha colocado a la gente común —y especialmente a los jóvenes— en el centro de su proyecto.
Muchos de quienes participarán lo harán porque crecieron viendo cómo el salario mínimo dejaba de ser una condena, cómo las becas les permitieron estudiar, cómo la educación pública recuperó dignidad y cómo la corrupción dejó de ser el lenguaje cotidiano del poder. Esta movilización será, por tanto, una afirmación: existe una juventud que ve futuro en la 4T y que no desea volver al país desigual y cerrado del viejo régimen.
La convocatoria a esta marcha ha puesto en evidencia algo que en política suele intentarse ocultar: la disputa por la narrativa generacional. Mientras algunos sectores buscan presentar a la generación Z como un bloque uniforme en contra del gobierno, la realidad se encargará de mostrar lo contrario. La marcha que está por realizarse demostrará que hay miles de jóvenes que defienden el rumbo, que no se prestan a ser usados como herramienta de quienes añoran los privilegios del ayer.
Estos jóvenes no marcharán por moda ni por tendencia viral; marcharán porque saben que, en este momento histórico, defender la transformación es defender oportunidades reales: estudiar con beca, trabajar con dignidad, ser tomados en cuenta por un Estado que antes no tenía interés en ellos.
Lo que veremos será la afirmación pública de que la juventud no pertenece a ninguna élite política ni mediática. Tiene voz propia. Tiene criterio. Tiene memoria. Y, sobre todo, tiene futuro.
La marcha proyectada será también un mensaje político dirigido a quienes durante décadas gobernaron ignorando a las nuevas generaciones. Quienes hoy dicen hablar por las juventudes son los mismos que precarizaron los salarios, redujeron presupuestos educativos y convirtieron la movilidad social en un privilegio hereditario. Ahora intentan presentarse como los guardianes del espíritu juvenil.
La movilización en respaldo a la presidenta mostrará que esa estrategia no funciona: los jóvenes saben reconocer quién construye futuro y quién solo quiere restaurar un pasado injusto. No es casualidad que la convocatoria haya generado eco en universidades, colectivos estudiantiles, grupos culturales, jóvenes trabajadores y sectores populares.
Estos jóvenes no idealizan a nadie, pero tampoco están dispuestos a permitir que la narrativa del país sea escrita por quienes siempre los dejaron fuera.
La Cuarta Transformación también deberá tomar nota de lo que la marcha representará. La juventud quiere participar, ser escuchada, incidir y proponer. No quiere discursos paternalistas ni propaganda disfrazada de cercanía. Quiere políticas públicas integrales, ciencia, cultura, deporte, tecnología, protección social y dignidad.
La marcha será una señal clara de que la 4T tiene una base generacional sólida, pero también una responsabilidad: convertir esa energía en participación real. La transformación tendrá que seguir abriendo espacios para que la juventud sea protagonista, no espectadora.
Cuando los jóvenes marchan, un país entero se mueve. Y la marcha en respaldo a la presidenta Sheinbaum mostrará que existe una generación que no solo critica, sino que también defiende lo que considera justo. Una generación que no quiere retroceder, porque sabe que perdería derechos, becas, oportunidades, salarios y dignidad.
Será, en esencia, la manifestación de una juventud que entiende que el futuro se construye hoy, en las calles, en las aulas, en la vida pública. La movilización juvenil que se aproxima no será simplemente una respuesta a otra marcha: será una declaración política. La afirmación de que la transformación tiene raíces en la juventud, que no es un movimiento envejecido ni agotado, y que sigue despertando simpatías, convicciones y participación.
Y cuando esa juventud marche, el país escuchará un mensaje claro: México tiene futuro. Y la transformación también.
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