Cuando Morena ya no habla con una sola voz

Cuando Morena ya no habla con una sola voz

Si algo nos tiene entretenidos estos días es mirar cómo Morena, sí, ese partido que parecía un solo corazón latiendo al ritmo de AMLO, ahora se parece más a un aeropuerto en hora pico: cada quien corre por su terminal, con maleta propia y mapas distintos, y todos gritan “¡mi vuelo sale primero!”.


Desde que Sheinbaum se sentó en la presidencia, los pasillos del poder se llenaron de susurros, estrategias y miradas de “yo también quiero el asiento de primera clase”. Algunos apoyan de lleno a Sheinbaum, como Harfuch, Zaldívar, Luz Elena González o Paulina Silva, que ya saben dónde están los botones y cómo funcionan los pasillos de Palacio. Otros siguen más cercanos a AMLO, como Rosa Icela Rodríguez, Ariadna Montiel y Marcelo Ebrard esta con Marcelo Ebrard, recordando viejas glorias y calculando su próxima jugada. No faltan los radicales, como Citlalli Hernández o John Ackerman, ni los pragmáticos y regionales gobernadores y operadores como Monreal o Altagracia Gómez buscando asegurar su lugar estratégico en esta turbulencia política.


Pero aunque esto es el escenario nacional, todo esto de los acomodos tendrá su efecto dominó abajo: lo que pasa arriba influirá directamente en lo local. Las decisiones de estos grupos impactarán en elecciones municipales, en las candidaturas de los próximos años y hasta en la manera en que se gestionan proyectos de campo, escuelas, mercados y servicios públicos en Tlaxcala. Lo que se decida en Palacio puede reflejarse en quién termina apoyando a qué candidato, quién recibe presupuestos y quién queda fuera de la jugada política local.


Mientras los morenistas se acomodan los chalecos salvavidas, afuera el país observa: algunos con curiosidad, otros con temor de que la próxima turbulencia sea electoral. Morena ya no habla con una sola voz, y eso se nota desde las oficinas hasta los eventos locales, donde los ciudadanos siguen buscando respuestas en la vida cotidiana: en las escuelas, en los mercados, en los caminos rurales y hasta en la fila del cajero automático.


Aquí entre nos, lo más curioso es que, a pesar de toda la turbulencia política, la vida sigue su curso. En Tlaxcala seguimos comentando: “¿Quién diría que un partido se puede poner más complicado que la fila del cajero automático en quincena?” Entre risas, memes y debates en la plaza, queda claro que la política nacional siempre tiene su eco local… y que, mientras los grupos de Morena se acomodan arriba, nosotros seguimos viendo, opinando y sacando nuestras propias conclusiones.


Nancy Blancas


Punto y Aparte


imperioi893@gmail.com