Santos Óleos

Santos Óleos


El día histórico para la incipiente democracia en México, llegó. Y se consumó lo esperado. Una buena y una mala.

La primera es que ayer terminó una era de privilegios a la que se acostumbró esa burguesía dorada, donde hicieron de la elegancia su modus vivendi. Togados que se sintieron inalcanzables y que, para hablar con ellos, conseguir una audiencia era una odisea. Hay que reconocer algunas sentencias impecables cuando así convenia a los intereses en turno; otras de risa legal. Pero por lo menos en el tintero constitucional se presumía de cierta autonomía.

Este primero de junio a esa burguesía dorada, le untaron los santos óleos para bien morir; muchos de ellos ya no gozarán del confort quincenal que les daba para vivir holgadamente, y en verdad que bueno, porque así fue pensado en su origen, para garantizar su imparcialidad con buenos salarios para hacer la justicia pronta y expedita, pero con sus prácticas ellos mismos se encargaron de echar al cesto de la basura todo. No todos eran malos, pero por desgracia pagarán justos por pecadores.

Lo malo es que, a partir de este primero de septiembre, llegará otra casta de togados, muchos de ellos sin experiencia, con mala reputación, sin ética ni profesionalismo. Hijos, primos, compadres, esposos o esposas de la nueva naciente burguesía que se esta enquistando en la 4t. Los nuevos ricos, los nuevos privilegiados, los nuevos acomodados de la toga y el birrete.

Varios cargaran sobre sus espaldas los señalamientos de que su mérito para llegar ahí fue simplemente eso, la consanguinidad, el amiguismo y la componenda. Bueno y aparecer en los acordeones electorales que previamente autorizaron quienes hoy deciden en la cúpula del poder público.

Se decidió el destino de la justicia en México, sin importar los justiciables. Lo que estamos viendo es la voracidad de vivir de la ubre presupuestal y de demostrar poder por el poder mismo.

Que se jodan los ciudadanos, los litigantes y las victimas del sistema. La justicia luce achacosa y seguirá así; ¿Y ahora, quien podrá defendernos?, pues no contábamos con la astucia de tanto advenedizo, que hoy tiene poder y los resultados están ahí a la vista.

Los cerca del 13% de electores que decidimos sufragar, lo hicimos para apoyar algún conocido sabedor de su profesionalismo, esperando que se pueda colar. Otros lo hicieron obligados o condicionados por el sistema.

Votamos sí. Pero no elegimos. Ante un abanico de nombres, sin mayores cartas credenciales que las aquí expuestas. Otros los menos, solo se espera un golpe de suerte.