Porque llora…

Porque llora…


A los políticos mexicanos, es común escucharlos en campaña, sus arengas a favor de los derechos humanos, de la transparencia, de la rendición de cuentas, del combate a la impunidad y la corrupción. Pero ya sentados en el poder, esos compromisos brillan por su ausencia. Al contrario, hacen todo por no conducirse bajo esos postulados que les sirvieron para acceder al cargo y que ahora les crean ámpulas e incomodan.

Lo vemos con el presidente Amlo, que, bajo los principios de no mentir, no robar, no traicionar; persuadió y se hizo después de una larga campaña de la silla presidencial.

Muchos de sus seguidores, priistas, panistas, perredistas, etcétera, le siguieron con esta letanía, aunque en el fondo representan los más rancio y vil de la clase política, aun así, colgados en la figura de este personaje, ahora lucen encumbrados y nuevamente en la cima del poder público, haciendo lo mejor que les sale; mentir, robar y traicionar.

Por eso cuando Amlo, llora en su mañanera, porque tiene que aguantar los señalamientos de los excesos de su familia, hábil como es, esos gimoteos, fueron el marco perfecto para hablarle a su audiencia. Esa misma que recibe cada mes su apoyo económico, sus despensas y demás programas asistencialistas que ha implementado.

Los marginados y pobres que el propio sistema ha dejado en la orfandad, lo escucha y le duele ver a su Mesías en ese estado, todo por culpa de los fifís, neoliberales o conservadores que han saqueado a este país.

No cabe duda, tenemos a un presidente, que le sabe sacar jugo a las adversidades que le ponen enfrente, aunque la denominada oposición sienta que lo acorrala, yo considero que más bien le da aliento y pólvora para incendiar a los millones de mexicanos que viven dolidos contra el sistema. Si ese sistema que les ha robado su esperanza de una vida mejor, aunque ahora se conformen con paliativos en esta 4t.

El extravío de un discurso sensato y convincente, brilla por su ausencia en la oposición. Así el Presidente López, los mueve a donde él quiere que estén, en esas arenas movedizas que sabe pisar con precisión, sabe que se le ponen de pechito.