La liturgia política de Ana Lilia Rivera
Nadie puede caminar sobre el agua, pero hay políticos, que en su afán de llegar a la orilla del poder, empiezan a creerse capaces hasta de multiplicar panes. Así, entre frases bíblicas y llamados casi apostólicos, la senadora tlaxcalteca Ana Lilia Rivera Rivera, parece haber encontrado un púlpito más cómodo que el estrado.
En días recientes, en sus ya aburridas y gastadas asambleas informativas, pronunció “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”, y todo para justificar la idea de que, si alguien mintió, si robó o traicionó a su pueblo, basta con llegar a Morena para, mágicamente, dejar de hacerlo. La frase fue rematada con un imperativo casi celestial: “Conviértanse en buenos funcionarios”.
¿De verdad la senadora cree que con agua bendita partidista se lavan los pecados de la clase política y los propios? Porque si algo reclaman los agricultores es precisamente la falta de respaldo desde el escaño, lo mismo que le reprochan los ciudadanos de su propio pueblo, Calpulalpan, donde muchos señalan que solo vuelve a tocar su tierra cuando necesita el voto.
¿O es que, en su ambición por convertirse en candidata a la gubernatura en 2027, ya empieza a mirar el escenario como un templo personal, donde cualquier alma, por turbia que sea, es bienvenida mientras le jure devoción?
¿Se está coronando mentalmente como una especie de deidad morenista? Porque su mensaje es claro: “aquí caben todos, mientras sumen”. La ética, al parecer, es negociable, la aspiración, no.
El problema es que, mientras predica conversiones milagrosas, su proyecto político tropieza semana tras semana, los discursos suben al cielo, pero su imagen pública cae en picada.
La ambición, cuando pierde brújula, suele disfrazarse de revelación, pero el estado no necesita profetas ni iluminados, necesita políticos con ambos pies en la tierra, y quizás ese sea el pecado que Ana Lilia tan ocupada en citar escrituras no logra ver, el pecado de extraviarse a sí misma.
Estas son señales de un camino que, lejos de conducir al poder que tanto ansía conseguir en 2027 podría terminar desmoronándose por exceso de fe en sí misma y escasez de coherencia. ¿Rectificará? ¿O seguirá predicando mientras su propio templo se tambalea? Sólo el tiempo lo dirá.
Comentarios