Mujica…

Mujica…

Sobra decirlo, se fue uno de los grandes políticos de nuestros tiempos. Hombre de convicciones, entre lo que pensaba, decía y sentía.

Se autoexilio a vivir en la austeridad, no recurrió a que le impusieran esta medida desde un código de ética. Ojalá muchos de los políticos y funcionarios en México, lo tomaran como un ejemplo.

Político de izquierda, filósofo y floricultor. En sus años mozos, paso cerca de catorce años tras las rejas.  Muchas historias se han contado de esa etapa de su vida. Algunas lo han tildado como un guerrillero urbano, un emancipador, un idealista de luchas marxistas. Otros sus adversarios de un delincuente más. A final lo estamos juzgando por sus acciones, y considero estas han sido un ejemplo que varios políticos actuales deberían emular.

La crisis de cuadros políticos que actualmente atraviesa nuestro país, nos debe llevar a la reflexión sobre el legado que nos dejó el gran Mujica. Y sobre lo que se busca en estos tiempos aciagos, de violencia, de crisis de valores, de inseguridad, de mucha vanidad y glamour. Ya que la sensibilidad y justicia social la han disfrazado por dadivas, dispendio de recursos, programas sociales electoreros o clientelares, pero no por políticas públicas que tienda a empoderar a las personas en sus derechos.

En el fondo a las personas a la sociedad, la reducen a simples números que les ayudaran a ganar elecciones, o en su caso a justificar elecciones como la judicial. Ante la apatía e indiferencia de la sociedad en general que no entiende para qué diablos votar por un togado o togada, si esté no repartirá despensas u otorgara apoyos. Salvo que le eche una mano en caso de un conflicto con la ley. Este es el panorama, que los políticos de glamour desde su escritorio se niegan a ver, y ahí andan los fines de semana promocionando una elección que suena más a otro derroche de recursos que ha una verdadera solución en la impartición de justicia.

Con mucho respeto para los aspirantes a juzgadores; algunos con cartas credenciales que los hace competitivos y hasta calificados para desempeñar una función crucial en el estado de derecho que tanto anhelamos, otros están ahí por que las circunstancia del tiempo les ha dado la oportunidad, resaltando sus virtudes que debo decirlo no son malas pero no para una investidura de este calado, desde presumir su servicio social o prácticas profesionales, hasta ser representante juvenil en un órgano legislativo, son algunos de los méritos que hoy los hace candidatos, lo he dicho la culpa no es de ellos, es del sistema a la que nos han orillado.

La aspirina que hoy le dan al poder judicial para renovarlo, mañana necesitara de una cirugía constitucional de otro nivel para sacarlo del brete en que lo están metiendo.

Pero como dijera Mujica; … en mi jardín hace décadas que no cultivo el odio porque aprendí una dura lección que me impuso la vida: que el odio termina estupidizando, porque nos hace perder objetividad frente a las cosas. Ojalá muchos políticos vuelvan a recobrar un gramo de objetividad en estos tiempos adversos que tanta falta les hace por el bien del país.