Puros rencores

Puros rencores
Al Congreso del Estado lo mueven los rencores y no las razones. 
Es lamentable que salga a confrontarse con el Ejecutivo, porque este ha observado nuevamente una reforma llena de deficiencias jurídicas. 
Más preocupante es aún que, en lo que va del año, le hayan vetado varios decretos al Legislativo estatal, bajo diversos argumentos que van desde invasión de competencias hasta el entorpecimiento de la función de otros poderes. 
El reciente veto a la reforma a la Ley de Ecología pone el dedo sobre la llaga de la pésima técnica legislativa en el trabajo que emprenden los diputados de la actual legislatura.  
Para variar, ellos instruyeron una serie de acciones en torno a la prohibición del uso de desechables de plástico para la venta de alimentos, pero no asignaron presupuesto para llevarlas a cabo.
Además, trascienden una serie de lagunas en su implementación que generan incertidumbre entre la población. 
Los diputados legislan por capricho, dado que centran su atención en tema que escapan a su programa legislativo, el que, por cierto, advierte un gran rezago.
 
¿Y EL EJEMPLO?
Y ya que hablamos de la reforma a la Ley de Ecología resulta difícil de imaginar que los diputados pongan el ejemplo.
¿Se imaginan a alguno de ellos yendo a Kentucky Fried Chicken llevando su pedido en topers, o en Walt Mart con la bolsa del mandado o en Liverpool con los productos en la mano?
El gran problema que tienen nuestros representantes populares es que no conocen al pueblo, y no se ponen jamás en sus zapatos.
Emiten normas basadas en supuestos y situaciones ideales, por lo que resulta difícil su aplicación real.
La ley ya contempla sanciones para quienes contaminan, y ahora prohíben el consumo de materiales plásticos para contribuir al cuidado del ambiente, cuando el verdadero meollo del asunto es que la población debe adoptar medidas para el adecuado tratamiento de sus desechos.
Es por ello que una legislación como la ley anti-popotes no es suficiente para hacer que la gente cambie sus hábitos.
 
OCIOSO.
Otro ejemplo de la sinrazón en el Congreso es la erogación de 1.2 mdp para el voto electrónico de sus 25 miembros.
El costo del equipamiento y adquisición del programa para el uso y emisión del sufragio legislativo no tiene razón de ser, porque a diferencia del Congreso federal, el del estado tiene muy pocos integrantes. 
En efecto, para la labor parlamentaria resultó un pago infructuoso, pues los integrantes de la actual legislatura local siguen votando diversos temas por “vía económica”, esto es, a mano alzada. 
Han pasado tres Legislaturas y el sistema de votación electrónica continua sin operar.
Recordemos que, en 2016, adquirieron la parafernalia, pero tuvieron que pasar dos años para que los diputados reformaran algunas disposiciones del Reglamento Interior del Congreso local, para incluir el sistema de votación electrónica, aunque en la realidad sea ocioso.