Memorias de un ferrocarrilero: COLFER 100 años entre rieles

Memorias de un ferrocarrilero: COLFER 100 años entre rieles

‘Este trabajo se me metió en la sangre y el corazon’: Ex Ferrocarrilero

Don Miguel tiene los dedos atrofiados por la artritis, la piel de sus manos se la adelgazó la edad, sobre su ropa viste una camisa a cuadros con la que se protege del frío, su casa, su vida y sus pasiones están ancladas a la historia.

La historia de una ciudad y de una colonia de ferrocarrileros que, en próximos días, cumplirá su primer centenario y que hizo posible se originara Apizaco.

Para empezar, Miguel Ángel Rodríguez García, nació un 5 de mayo de 1938 en el seno de una familia de 11 hermanos, a sus 80 años recuerda como si fuera ayer el año de 1953 cuando a sus 19 tomó su primer empleo en los ferrocarriles donde inició como ‘llamador’.

Ascendió pronto y en pocos años, luego de ser cambiador, garrotero de patio y de camino se convirtió en conductor, empleo que le permitió sostener una familia de 4 hijos y una esposa ‘siempre la misma’, como refiere sonriente al interior de su casa en una entrevista concedida a Cuarto de Guerra.

Para Don Miguel como para muchos en la ciudad de Apizaco, actuales habitantes de la colonia ferrocarrilera, las vías del tren y las locomotoras se convirtieron pronto en su vida.

Fue en 1865 cuando quedó inaugurado el primer tramo de la vía Veracruz- paso del macho y hasta 1867 el tramo México-Apizaco.

Por la ruta México-Veracruz con un ramal en el estado de Puebla, más de quince carros con barricas de pulque eran transportadas diariamente al Estado de México desde las haciendas pulqueras más prestigiadas de la entidad.

Años más tarde, el tren no solo sirvió para transportar mercancías sino también personas, viajeros que soportaban más de 10 horas en un vagón para poder llegar a su destino.

Las vías del tren no solo dieron existencia y sentido a ciudades como Apizaco, también permitieron el progreso de un país y con ello de centenares de familias.

¿Qué hacía usted con los trenes?

Yo con ellos no, ellos conmigo.  Fui conductor en la época que se transportaba petróleo, azúcar, granos, el pulque, inicié como llamador gracias a mi padre, un hombre que murió en las vías tuvo un accidente; entonces yo tenía derecho de entrar a trabajar al ferrocarril aquí no había trabajo de otra cosa.

Tras treinta y tres años de servicio y por una enfermedad de trabajo, Don Miguel fue jubilado por Ferrocarriles Mexicanos el 6 de junio de 1989. Desde entonces, el hombre Apizaquense dedicado a sus hijos Mirna, Sania, Miguel e Iván y esposa, Doña Bertha Lozada, recuerda con añoranza los años donde el tren fue amo y señor de los caminos en México.

¿Cuál fue la aportación del ferrocarril a la ciudad?

Esta colonia hizo posible el origen de Apizaco, el ferrocarril la convirtió en lo que es, una ciudad importante, hubo un tiempo donde los viajes eran largos no por el trayecto sino por las horas de espera en las estaciones; cuarenta horas para volver a casa porque en cada estación los patios estaban llenos de vagones con mercancías de todo tipo, desde Apizaco salían cinco tripulaciones con 44 carros de hasta 50 toneladas cada uno, movíamos para el país más de mil 500 toneladas de mercancías, 2 viajes a Puebla, uno a Valle, uno más a Esperanza.

Acompañados de un queso fresco y un refresco sabor manzana, Don Miguel me cuenta sus recuerdos más valiosos, por ejemplo, en 1980 por un defecto de vía (ajeno a su operación) una tolva llena de trigo salió del camino, accidente que le costó año y medio de suspensión.

También, que en la época donde el dinero tenía un valor (1872) un viaje de Chiautempan a Panzacola costaba 1.00 peso en segunda clase y 4 reales en tercera.

En la oficina de Don Miguel hay cuadros por doquier de máquinas importantes en la historia del ferrocarril, vive apenas a 100 metros de la vía.

¿Qué siente cuando escucha el paso del tren, su silbido?

Mi corazón se acelera. Me responde mientras se le nubla la vista.

¿Extraña volver a conducirlo?

Los primeros días estuve muy inquieto, claro que extraño subirme a los trenes, recorrer los caminos, me jubilaron por esta artritis sino quizá me hubieran contratado en la nueva administración de los ferrocarriles.

¿Sus hijos viajaron con usted?

Claro, cada diciembre mi esposa preparaba una canasta con alimentos y todos nos íbamos a Veracruz.

Miguel Ángel Rodríguez García no solo es un ex ferrocarrilero, forma parte de las manos que construyeron el México contemporáneo después de la Revolución.

Gracias a su trabajo cumplió uno de sus sueños de adolescente, hizo una carrera al interior de Ferrocarriles Mexicanos, ascendió en jerarquía y llevó el sustento a su hogar, educó 4 hijos, la más pequeña vive en París, desde donde comparte fotografías de una de sus nietas.

Para Don Miguel la capital de Francia con todo y su esplendor no es más que su México, esa patria que ayudo a construir.

‘Ya fui dos veces, pero yo prefiero Apizaco’.

La Colonia Ferrocarrilera -COLFER- conmemorará el centenario de su fundación el próximo 24 de noviembre con la presentación de un tema a la ciudad y un vídeo grabado en la estación del tren.