Tlaxcala: Medio milenio de orgullo y transformación
Pensar, decir y hacer: Responsabilidad de la 4T
Vicente Morales Pérez
Cinco siglos después de su fundación, la Ciudad de Tlaxcala sigue siendo el corazón vivo de una historia que no se detiene. En este 2025, celebramos 500 años de fundación, pero también poco más de 500 años de resistencia indígena, de dignidad y de sabiduría popular. Dos conmemoraciones que no se contraponen, sino que se complementan: la del nacimiento de una ciudad mestiza y la de un pueblo que jamás renunció a su identidad.
Tlaxcala no fue tierra conquistada, sino aliada. No fue sumisión, fue conciencia política. Nuestros antepasados entendieron que la libertad se preserva con inteligencia, que la grandeza de un pueblo no depende de su tamaño, sino de su espíritu. Esa conciencia sigue viva hoy, cuando México avanza en un nuevo proceso de transformación encabezado por la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, Presidenta de México, bajo los principios de justicia social, igualdad y respeto a las raíces.
Celebrar los 500 años no es mirar atrás con nostalgia, sino mirar adelante con responsabilidad. Tlaxcala fue y sigue siendo una voz moral del país, un ejemplo de diálogo y de comunidad. Aquí nació la primera República de Indios, el primer ensayo de autogobierno en medio de la colonia, y desde aquí se tejió la red de pueblos que ayudó a fundar la nación mexicana.
Hoy, la Cuarta Transformación retoma esa herencia: un gobierno del pueblo y para el pueblo, que no se limita a administrar, sino que busca sanar las heridas del pasado con acciones de justicia, educación, salud y bienestar.
Porque los pueblos originarios no desaparecieron: resistieron. Siguen vivos en nuestras lenguas, nuestras fiestas, nuestro carnaval y nuestra manera de entender el mundo.
Su legado nos recuerda que la verdadera modernidad no consiste en olvidar el pasado, sino en honrarlo con hechos.
Tlaxcala tiene una deuda con su historia, pero también una oportunidad con su futuro. Somos una entidad pequeña en territorio, pero gigante en cultura, en tradición y en valores.
Los 500 años deben servirnos para reafirmar nuestro compromiso con la identidad, la educación y el desarrollo sustentable. Que cada escuela, cada plaza, cada voz joven sea testimonio de un pueblo que sabe de dónde viene y hacia dónde va.
La Dra. Claudia Sheinbaum Pardo presidenta de México, impulsa una visión de país basada en la ciencia, la equidad y el humanismo. Tlaxcala puede ser un modelo nacional si unimos nuestra historia a la innovación, si entendemos que la transformación social no nace en los discursos, sino en el trabajo cotidiano, en la empatía y en el servicio público.
Quinientos años después, seguimos de pie. Seguimos siendo un pueblo que no olvida ni se conforma.
En Tlaxcala nació una forma de entender la política como compromiso con la gente, y esa vocación sigue viva en cada rincón de nuestro estado.
Honremos el pasado transformando el presente.
Hagamos de estos 500 años un llamado a la unidad, a la conciencia y al orgullo de ser tlaxcaltecas.
Porque resistir no fue un acto del pasado: es un modo de existir y de servir.
Y hoy, como hace cinco siglos, Tlaxcala vuelve a ser ejemplo de dignidad, diálogo y transformación.
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