La juventud es rebelde, transformadora y de izquierda
Pensar, decir y hacer: responsabilidad de la 4T
Dip. Vicente Morales Pérez
Cada 12 de agosto, al
conmemorar el Día Internacional de la Juventud, el Estado y la sociedad
tenemos una cita con el futuro. Pero en tiempos de transformación profunda como
los que vivimos, no se trata de ver a las juventudes como un destino lejano,
sino de reconocer que son, hoy por hoy, las protagonistas de la historia que
estamos escribiendo.
Durante mucho tiempo, el
sistema político trató a las y los jóvenes como espectadores, como masa de
maniobra o simple ornamento de los discursos. Sin embargo, la historia de
México es testigo de que la juventud ha sido, una y otra vez, el motor de los
movimientos sociales más importantes: desde los estudiantes de 1968 hasta las
nuevas generaciones feministas, ambientalistas, campesinas y populares que hoy
levantan la voz en todos los rincones del país.
En este nuevo tiempo
político, la Cuarta Transformación —ahora en su Segundo Piso— ha reivindicado
el papel esencial de las juventudes. Bajo el liderazgo de la Dra. Claudia
Sheinbaum Pardo, Presidenta de México, las y los jóvenes ya no son una promesa
futura: son actores del presente, constructores del cambio, guardianes de la
esperanza, herederos del legado de lucha que inició el presidente Andrés Manuel
López Obrador.
Hoy, millones de jóvenes
son beneficiarios y, al mismo tiempo, protagonistas de políticas públicas que
nunca antes se habían diseñado con un enfoque tan humano. Programas como Jóvenes
Construyendo el Futuro, Becas Benito Juárez, el impulso a la
educación superior gratuita y de calidad, las universidades para el bienestar y
el fortalecimiento del servicio civil juvenil son herramientas concretas de
justicia social.
La izquierda mexicana
tiene rostro joven: son los estudiantes que defienden la universidad pública,
los becarios que se preparan para servir al pueblo, los artistas que denuncian
la discriminación desde la cultura, las juventudes indígenas que preservan su
lengua y territorio, los colectivos feministas que exigen igualdad y libertad,
los jóvenes campesinos que hacen de la tierra un acto de resistencia.
Sabemos que los desafíos
persisten: el desempleo juvenil, la precarización, el rezago educativo, la
salud mental, la inseguridad, la falta de vivienda digna. Pero también son
evidentes las conquistas: hoy, más jóvenes han llegado a cargos de
representación, a espacios de toma de decisiones, a liderar proyectos
comunitarios, a levantar la voz con valentía y dignidad.
La democracia
participativa —una de las grandes conquistas del proceso de transformación—
tiene en los jóvenes su semilla más fértil. Son ellos quienes han defendido las
urnas, quienes organizan asambleas, quienes exigen transparencia y quienes
entienden que el poder solo tiene sentido cuando sirve al pueblo. En Tlaxcala y
en todo México, la juventud ha demostrado que la revolución pacífica que
vivimos se sostiene en ideas nuevas, en voces frescas y en convicciones
profundas.
Desde mi papel como
diputado local por MORENA, y como alguien que cree firmemente en la
organización social como camino para la justicia, reconozco, celebro y respaldo
a cada joven que hoy se atreve a cuestionar, a proponer, a movilizarse, a
estudiar, a trabajar y a transformar.
Porque sí: la izquierda
será joven o no será. La Cuarta
Transformación se escribe también con grafitis de protesta, con versos de rap,
con tesis universitarias, con redes de solidaridad, con sembradores de paz, con
colectivos juveniles, con manos que construyen viviendas dignas y con corazones
que no aceptan la indiferencia.
El porvenir no está
asegurado, pero con las juventudes del lado correcto de la historia, el futuro
será más justo, más libre, más digno.
Sigan soñando, sigan
luchando, sigan organizándose. El tiempo de los jóvenes no viene: ya llegó. Y
con ustedes, la transformación no solo sigue… se acelera.
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