Arqueólogos localizan canoa prehispánica en un cenote
* Con 1.60 m de largo, 80 cm de ancho y 40 cm de alto,
destaca por su buen estado de conservación; inicialmente ha sido asociada al
periodo Clásico Terminal (830-950 d.C.)
* El sitio ha sido resguardado de cara a una
prospección digital y toma de muestras para precisar en laboratorio su
antigüedad e identificar la madera con que fue hecha
En el marco de las tareas de salvamento arqueológico
que la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH), conduce en acompañamiento a las
obras del Tren Maya, se han registrado importantes hallazgos, entre ellos, el
de una canoa maya prehispánica en buen estado de conservación, localizada
durante la prospección del Tramo IV de la obra, que va de Izamal, Yucatán, a
Cancún, Quintana Roo.
Dentro de esta región, en el área de amortiguamiento
de la vía, se identificó un sitio denominado como San Andrés por el equipo
arqueológico comisionado para esta obra de infraestructura, dirigido por el
arqueólogo Manuel Pérez Rivas y por José Francisco Osorio León, para en el
Tramo IV, en coordinación con el director del Centro INAH Yucatán, Eduardo
López Calzada, y con apoyo de la Secretaría de Desarrollo Sustentable de
Yucatán y el Fondo Nacional de Fomento al Turismo. El lugar alberga tres
cuerpos de agua: un cenote, un pozo y una rejoyada, de manera que las y los
expertos de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH acudieron
para su exploración y registro.
“Lo interesante –comenta la responsable de la Oficina
Península de Yucatán de la SAS, Helena Barba Meinecke,– fue que mientras
hacíamos una pausa para descompresión en el cenote, necesaria cuando se bucea a
más de 20 metros de profundidad y se rebasa cierto tiempo definido en las
tablas de buceo, noté que cinco metros debajo del nivel actual del agua había
una impronta oscura en la pared de piedra, la cual tenía de entre 60 a 90
centímetros, e indicaba el antiguo nivel del agua”.
A la altura de esa marca se localizó una cueva y
dentro se observó inicialmente un tronco de madera dura, mismo que tras su
inspección denotó la presencia de cortes simétricos realizados para la creación
de una cubierta sin bordas, lo cual hizo evidente que se trataba de una canoa
tipo plataforma.
Con 1.60 metros de eslora (largo), 80 centímetros de
manga (ancho) y 40 centímetros de puntal (alto), la pequeña embarcación podría
haberse empleado para la extracción de agua del cenote o para el depósito de
ofrendas durante rituales.
“La relevancia radica en que es que es la primera
canoa de este tipo que se encuentra completa y tan bien conservada en el área
maya, habiendo también fragmentos de estas embarcaciones y remos en Quintana
Roo, Guatemala y Belice”.
Su antigüedad, señala la arqueóloga, ha sido
inicialmente asociada al sitio de San Andrés, periférico a Chichén Itzá, cuya
temporalidad está vinculada al periodo Clásico Terminal (830-950 d.C.). No
obstante, será en noviembre próximo cuando se realice una nueva prospección a
la canoa, a fin de precisar su antigüedad mediante dendrocronología, análisis
que sumarán el apoyo de la Universidad La Sorbona, de París, así como conocer
exactamente de qué árbol es la madera.
Asimismo, se realizará un pozo de sondeo en el
sedimento que hay bajo la canoa, a fin de definir la estratigrafía del entorno
y posibles elementos adicionales; lo mismo que estudios de fotogrametría para
obtener un modelo 3D de la canoa, que ayude en su estudio y divulgación virtual
y que facilite la creación de réplicas que puedan integrarse a museos de la
región, como el Museo de Arqueología Subacuática, Fuerte de San José el Alto,
de la ciudad de Campeche, inmueble del INAH que cuenta con la denominación de
“Buenas Practicas” de la Convención de la UNESCO 2001, sobre la Protección del
Patrimonio Cultural Subacuático.
Cabe añadir que en los otros dos cuerpos de agua del
sitio San Andrés también se localizaron elementos arqueológicos. En el
pozo-cenote, a 50 metros de profundidad, se identificó una osamenta humana y
cerámica, así como pintura mural en su área de acceso; en tanto que en las
paredes de la rejoyada, a través de intrincados pasajes, los investigadores de
la SAS encontraron pintura mural –a manera de manos pintadas sobre el techo de
roca–, un incensario completo tipo Cumtun Compuesto, correspondiente al periodo
Posclásico Tardío (1200-1500 d. C.), una roca-estela, un cuchillo ritual y más
de 40 vasijas ‘matadas’ (que fueron rotas adrede al ser colocadas en el lugar)
con carbón asociado.
“Es evidente que esta es una zona donde se realizaron
ceremonias, no solo por la cerámica fragmentada intencionalmente, sino también
por los restos de carbón que indican su exposición al fuego y la manera en que
colocaron piedras arriba de ellas para cubrirlas, ya que no son producto de
derrumbes”. Los ritos, añade Helena Barba, se extendieron durante varios siglos
como lo prueba la variedad y cronología de la cerámica.
Todos los elementos cerámicos y óseos descubiertos hasta el momento han sido registrados y fueron trasladados al campamento arqueológico de la Zona Arqueológica de Chichén Itzá, para su resguardo.
El sitio arqueológico de San Andrés ha quedado bajo la
protección del INAH tanto en su parte terrestre como en la subacuática, ya que
los investigadores también notaron evidencias de saqueos en el cenote.
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